Cuando queremos llegar a algún lugar, lo más común es que, en la actualidad,
recurramos al GPS o bien a herramientas como Google Maps, lo que ha facilitado
los traslados, pero también
nos ahorra tiempo. Incluso, se ahorran horas-hombre, aunque parezca exagerado
decirlo: de minuto en minuto se hacen horas ¿no?
Pero los mapas, “viejos
amigos y compañeros” de los hombres que querían ‘conquistar’ el mundo se hacían una vez que
alguien recorría algún nuevo camino o sendero. Documentaba lo más posible lo
que encontraba en su camino y lo recreaba para quienes quisieran seguirlo.
En el mar, los hombres se guiaban -se guían- por las estrellas
y la Rosa de Vientos o la brújula…
Y estamos tan acostumbrados a estas herramientas que no
reparamos en lo útil que resulta; tan es así que sentimos que guiarnos por
ellos es “así es” o más bien “así tiene que ser” como si habláramos de
que el “Sol tiene que salir
todos los días”. Es algo que “no
puede ser de otra forma”, así lo percibimos.
El caso es que cuando buscamos aprender algo tenemos que
recorrer el camino que alguien ya trazó, utilizar un mapa que alguien ya hizo
antes que nosotros; eso es más o menos lo que hacemos cuando, por ejemplo, nos
capacitamos en programación
neurolingüística (PNL).
El nombre de la disciplina puede sonarnos raro, pero en
realidad lo que hacemos es aprender formas de pensar y actuar que a otras
personas les resultan efectivas y potenciarlas al máximo.
Además, aunque escuchemos que la PNL es utilizada por grandes
líderes, por empresarios exitosos, por mandatarios, eso no implica que sea sólo
para ellos; hay infinidad de testimonios de personas que ha aprendido la
disciplina y la aplican en el día a
día.
¿Por qué?
Porque algo que mejora en primera instancia es la comunicación, y gran parte de
los problemas que se dan entre las personas derivan de una mala comunicación,
de que no sabemos cómo expresarnos, qué decir, cómo decirlo, a quién y qué circunstancia.
Incluso, conozco el caso de unos alumnos de secundaria que
tuvieron un día un problema: alguien arrojó un objeto al profesor; éste, pensando que quien había sido
estaba cerca de su lugar, se llevó a quien llamaremos Róger; ya en la
dirección, con las herramientas que el joven tenía por haber aprendido sobre
PNL, logró que los profesores entendieran que él no había sido el responsable y se libró de la acusación.
Esto demuestra que la PNL es para todos y que es para hacer sin
duda grandes cosas, pero no necesariamente sólo para situaciones complicadas,
sino para asuntos de todos los días.
Recuerdo también
el caso de un amigo que desde que estábamos por terminar en el Universidad,
sentía un gran temor por enfrentarse al mercado de trabajo. Siempre estaba “a la defensiva” con el asunto de
la entrevista de trabajo. Decía que no le vía el caso y que se discriminaba a
los aspirantes, es decir, que la entrevista sólo para “verlos” y
no para evaluarlos.
El caso es que, apenas salió de la Uni, tomó un curso de PNL y
cuando acudió a sus entrevista de trabajo no sólo aprobó, sino que pudo
resolver su miedo y sus dudas respecto al objetivo de esta herramienta de
reclutamiento.
Como podemos ver, entonces, la PNL resulta ser como un mapa,
como algo que alguien ya exploró y que nos dejó para que nosotros encontráramos
el camino. Pero no sólo es “todoterreno”
sino también para “navegar” en mares
calmados o violentos, en donde también funciona como brújula
para llegar a buen puerto.
¿Y qué con el
aprendizaje? Es fundamental, ven a probarlo con nosotros y te sorprenderás de
lo rápido que puedes recorrer el camino y de lo rápido que llegar al puerto del
saber inglés.
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