Es, hasta cierto punto, humano querer conservar lo que “ya tenemos”, sobre todo si
sentimos que “nos va bien”,
pero de cierta forma esto no sólo es vivir en una zona de confort sino “practicar” algo muy común, pero
que pocas veces aceptamos: la resistencia al cambio.
Además, dice una experta: “Los mexicanos somos bajos tomadores de riesgo. No damos paso sin
guarache, hasta que creemos tener todo listo”. Habla la especialista en
psicología organizacional del Tec de Monterrey, Angelina Arriola, según una
publicación del sitio
cnnexpansion.com.
Parece también
que el temor al fracaso impide tomar nuevos caminos, porque, además, hacer ese “viraje” o “golpe de timón” implica que haya mayores responsabilidades, y
lamentablemente un hecho que lo que menos quieren los mexicanos es mayor
responsabilidad, dice la experta.
Lo que mucha gente no toma en cuenta es que tomar los riesgos y
fracasar puede significar que uno estará más cerca del resultado deseado, la
siguiente vez. Se cree lo contrario: si fracasé es que nunca alcanzaré la meta.
Y precisamente entre las razones más comunes para evitar
cambiar está el famoso:
-Lo intenté, pero no pude…
Pero insisto: no basta con una sola vez; es más, yo creo que
quienes triunfan en algo seguramente lo intentaron varias veces y por varios
caminos. Recuerda: si te caíste, levántate
y vuelve a intentarlo. Lo escuchamos, pero no lo hacemos, porque si nos
levantamos generalmente es para “irnos”.
Dicen que lo más cómodo
es lamerse las heridas.
“Cuando
fracasas, lo último que quieres es volverte a levantar, lo más cómodo es sentarse y lamerse las
heridas”, dice Alberto Álvarez Morphy, experto en Recursos Humanos; quien
reconoce que de las 20 empresas que ha abierto, 15 fracasaron, de las que
tuvieron éxito, dos funcionan
actualmente y tres las vendió a
empresas más grandes.
Para evitar esta excusa no es necesario desprenderse del miedo,
sino hacer las cosas aún con el temor. “A mi nunca se me ha quitado el miedo, sigo de frente”, dice Alberto
Álvarez Morphy, experto en Recursos
Humanos.
-Esperar el momento “justo” es otra de las razones para no cambiar… pero probablemente
nunca llegue, así como lo estamos “pensando”; quienes toman riesgos,
no necesariamente lo hacen con toda la información. En cierto modo, por eso es “tomar riesgos” ¿no?
No está de más que hagas un cronograma de las acciones a seguir
y vayas dando pasos, esto evitará que esperes “la voz” que te dice: ¡Ahora!
-Tardarse en el plan… es cierto que planear es importantísimo,
pero si te la pasas así, estarás más o menos en la misma situación que en el
punto anterior: nunca avanzarás. Y la solución, como en punto anterior es ir
para adelante, aunque sea a pasos pequeños.
-Una de las razones más fuertes: “sí siempre se ha hecho así, para qué cambiar”... Lo
malo es que probablemente dentro de unos años eso de “siempre” ya no funcione y entonces
habremos perdido mucho tiempo.
Hay que ser conscientes y estudiosos de lo los fenómenos
sociales y de lo que nos rodea, de los cambios fundamentales, porque de éstos dependen muchas ideas y
negocios exitosos.
Seguramente habrá muchas otras razones o pretextos para no
cambiar, pero creo que en estas cuatro hay “poder” para
frenar todo lo que queremos lograr.
Tenemos que ser prudentes, sin duda, pero eso no implica que
nos sentemos a contemplar cómo el mundo avanza y nosotros seguimos sin dar un
paso.
Recuerda que siempre tenemos la opinión de expertos, y de gente
que ha pasado antes por donde nosotros queremos pasar. Escuchemos opiniones,
preguntemos, hagamos lo que otros han hecho en aras de mejorar.
Es bueno recordar que siempre que se haga algo pensando en
mejorar, pocas veces habrá “fallas” descomunales; en todo caso,
surgirán problemas que pueden resolverse y que, sin duda, nos darán aún mayor
confianza.
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