Aprender vocabulario
positivo
Uno de los temas fundamentales en el aprendizaje del inglés es, indudablemente, el
vocabulario porque es obvio que sin nombrar las cosas es difícil comunicarse;
no imposible, claro está, pero para cuando queremos aprender otro idioma, como
en este caso el inglés,
necesariamente tenemos que saber llamar las cosas por su nombre.
En cualquier idioma, siempre será más ‘fácil’ encontrar una
relación física entre ‘nombre’
y ‘cosa’, es decir, entre,
por mencionar un ejemplo, ‘silla’ y ‘ese artefacto de 4 patas que en el que nos
sentamos a comer’.
¿Por qué pasa
cuando intentamos ‘nombrar’ ‘cosas’ que ‘no existen’, por ejemplo, un sentimiento? Digamos el más común: el amor. No sólo es difícil de ‘definir’ por el mismo hecho de que es tan
complicado para los seres humanos -aunque debería ser lo más sencillo- sino
porque no es algo que podamos ‘tocar’.
En términos
simples, no es ‘físico’, no
es tangible como lo es ‘botella’,
‘llave’ o ‘automóvil’...
No es que eso sea distinto en el inglés; hice el comparativo con el aprendizaje
de un idioma, porque para mí es mucho más fácil expresar así a lo quiero compartir hoy contigo, a lo que quiero
llegar, pues…
Sucede que siempre será difícil ‘nombrar’
aquello que no vemos, por eso quizás también sea complicado porque no nos enseñan, por ejemplo, a nombrar
nuestros sentimientos y nuestras emociones; antes, al contrario: nos enseñan a
no expresarlas.
Con frecuencia nos preguntan “¿cómo estás?” y tan ‘automática’ es la pregunta, como ‘automática’ la respuesta: ¡Bien!, ¿pero qué significa ‘bien’? ¿Contento? ¿Tranquilo? ¿Emocionado
por un ascenso de trabajo, por ejemplo? ¿Gustoso?
Nombrar las emociones, sin duda, no es una tarea fácil, pero es
bien importante hacerlo; eso es a lo que actualmente llaman resilencia, y de la
que hemos hablado en otros post.
Claro, claro, no quiero decir con esto que a todo el mundo le
digamos nuestra vida, sobre todo si estamos en un momento poco favorable, si
atravesamos un momento de tristeza, pero esto -decir qué sentimos- sí cuenta cuando estamos frente
a personas que quieren ayudarnos, por ejemplo, un profesor que nos pregunta
cómo nos sentimos hablando el nuevo idioma.
Tal vez si somos capaces de decir ‘temoroso’, el profesor sea capaz de darnos
técnicas para revertir esa
emoción ¿no crees?
Ahora bien, ése
es sólo un ejemplo, en una situación específica, y en un contexto particular,
pero, en la vida en general, lo que ocurre si somos capaces de nombrar nuestros
sentimientos y emociones y de comunicarlos a nadie más -si no lo deseamos- que
a nosotros mismos es que nuestra posibilidad de controlarlos será mejor.
¿Y para qué queremos
controlarlos? Simplemente porque nuestro estado anímico depende en gran medida
de estas emociones “de todos
los días”.
Recordemos que aún
las emociones positivas pueden tener efectos negativos: si estamos muy
emocionados podemos actuar impulsivamente; y esto se entiende con un ejemplo
bien simple: como estamos muy contentos con el trabajo que tenemos queremos
hacer de todo sin importar cuántas horas pasemos en la oficina, y trabajar de más
puede no ser del todo positivo ¿me
copias?
Yo te pongo un ejemplo simple: ¿has notado que cuando alguien
se emociona, ‘aprieta’ más fuerte en un abrazo? No, no, no es que esto se malo,
es que demuestra que uno puede no “medir”
y lastimar físicamente
a la otra persona, aún sin quererlo.
Entonces, vayamos un poco más hacia la resilencia, aprendamos
sobre la identificación y el manejo de las emociones, el resultado te
sorprenderá ¡te lo dice quien lo ha probado!
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