jueves, 17 de noviembre de 2016

Empiezas bien, terminas bien





Comentábamos hace algunos ‘temas’ o ‘post’ que cuando algo empieza de una manera es difícil revertirlo porque, primero, tenemos que ser conscientes de que está yendo por donde no queremos: hablo, por ejemplo, de cuando empezamos nuestro día de prisa.

Muchas veces no somos conscientes de que estamos haciéndolo todo rápido, de que vamos en una marcha que parece prueba contrarreloj, de que literalmente parece que el mundo se a acabar a las 8 de la mañana, y de que llegaremos nunca temprano a donde vamos.

Vaya, hasta desayunamos rápido sin saborear lo poco o mucho que tenemos de alimento, un buen café o té, su aroma… la fruta fresca… aaah, se me hace agua la boca... (creo que  no debo escribir entre comidas, ja ja… es broma).

¿Cómo crees que pueda ir nuestro día así si no acelerado? ¿Crees que esto puede disparar emociones negativas como ansiedad?

Resulta que luego de empezar así el día, nos vemos en situaciones como dificultad para concentrarnos, sobresaltos a cada momento y por todo, dolor de cabeza, de estómago, abdomen ‘inchado’ -producto de gastritis (inflamación de estómago) o colitis (inflamación del colon)... y eso si nos “va bien”.

… porque también puede ser que esa “ansiedad” salga en forma de “tics” (movimientos repetitivos e involuntarios de alguna parte del cuerpo), constantes ganas de ir al baño y hasta mareos…

Cuando tienes alguno de estos síntomas o todos, no quiero preocuparte pero puedes estar al borde del pánico. La pregunta es ¿por qué llegar hasta ahí? Bien, no es que sea necesariamente voluntario, pero no es esperes que algo que no va bien llegue hasta el extremo ¡detente!

Aquí algunas formas de ayudarte:

Hay fuentes de estrés ‘innecesarias’: ¿por qué es tono tan ‘incómodo de despertador que parece que grita o que algo se está quemando’?
No te levantes de golpe, sin pensarlo, sin tomar aire y, por qué no, ligeramente estirar tus brazos y piernas y respirar profundamente.
De ser necesario, para no correr, levántate un poco más temprano. Escucha esto: puede “costar” un poco de trabajo, pero los beneficios son muchísimos.
En ese momento, puede ser que alguna actividad que haga sentirte bien o feliz: adelante, entonces: ¿escuchar tu música preferida? ¿Disfrutar un buen café?
Los ejercicios de meditación y respiración profundas ayudan muchísmo a que tu sangre circule y tu cuerpo se oxigene. Igual el yoga. Tómate entre 10 y 15 minutos y si no tienes idea de qué puedes hacer, no está de más que consultes con un experto.
Recuerda la programación neurolingüística: pensar positivo, llenarte de formas asertivas de hablar, ahora sí que “nunca un ‘no’” aunque pueda sonarte paradójico. Recuerda que los pensamientos serán como el alimento de tu bienestar, así que ¡desayuna algo ‘rico’ algo positivo!
Por supuesto -y no es que haya ‘pensado al revés’- es que quería cambiar un poco el orden: todo lo anterior no funcionará al 100 por ciento si no hay un buen descanso. Analiza si duermes bien, si descansas, si te levantas con sensación de pesadumbre. Si es así y no logras encontrar la causa, recuerda que actualmente hay mucha literatura y ayuda para contrarrestar los trastornos del sueño. El descanso importantísimo.

Si aplicas estas pequeñas “herramientas” es mucho más difícil que tu día se torne complicado, porque tendrás mente mucho más alerta y abierta para ir resolviendo todo lo que se presente.

Nadie está exento de que las situaciones que previó cambien, pero esto no debe ser motivo de ansiedad sino de aprendizaje, de oportunidad para probar nuestras formas de pensar y actuar para ir siempre por la vida con una actitud positiva que ¡a nadie le beneficia más que a ti!

No hay comentarios:

Publicar un comentario